«Nosotros», el Mercado Relevante

«Nosotros», el Mercado Relevante

La 1ª persona del plural versus «La República Independiente de Mi Casa».

(Artículo publicado previamente en bez.es, el 19 de octubre de 2016)

Una persona relevante de la política nacional reconocía «off the record» hace unos meses que en estos tiempos de desencanto y desafección estaban surgiendo movimientos sociales que contaban con tres «E» poderosas: Épica, Ética y Estética. 

Tomando esta referencia como punto de partida para la reflexión, podemos suponer que cualquier bandera que recoja un desafío al «statu quo» tiene de por sí un componente épico, pero para que funcione como fuerza de arrastre de una dinámica social es preciso integrar en el movimiento un espíritu inclusivo y de pertenencia: un «Nosotros» ante el cual los ciudadanos nos veamos impelidos a participar.

No cabe duda que la estética de la primera persona del plural es ya de por sí sugerente, pero conviene no emocionarnos hasta el punto de dejarnos llevar y perder nuestra racionalidad: el problema del «nosotros» está en quiénes somos nosotros. De momento, sabemos que el nosotros incluye al menos a la persona que habla, que no es información menor, pero… ¿hay alguien más?

¿Hasta qué punto el mensaje es inclusivo, o sólo estético? Hemos de tomar en consideración que es precisamente este carácter inclusivo el que avala estas propuestas como éticas; pero ¡cuidado!, recordemos que en nuestro «aggiornamento» intelectual la humanidad ha llegado a desarrollar un «nosotros» que riza el rizo del esteticismo, como es el plural mayestático utilizado por los papas, emperadores o reyes, con el que quien habla se auto-otorga la autoridad de hacerlo con un plural supuestamente inclusivo… aunque sólo se refiera a sí mismo.

No entrando ni siquiera a considerar el afortunadamente superado discurso del «no estamos todos, pero somos los mejores»,  podríamos llegar a conformarnos con el típico «no estamos todos, pero somos más», que siempre que se dirima en un proceso democrático hemos de reconocer que es una opción menos mala que otras. No obstante, en estos tiempos convulsos me resisto personalmente a considerarlo suficiente porque… ¿cuántos más?, ¿es suficiente con la mitad más uno?, ¿necesitamos una mayoría reforzada?, ¿nos referimos a la mayoría de los implicados o solo de los que votan?, ¿cuántos pueden imponer a todos los demás una decisión?…

Y hablando de las decisiones, ¿utilizaremos los mismos criterios para decisiones menores que para las mayores?, ¿para las coyunturales que para las estructurales?, ¿para las que cuentan con procesos institucionalizados de cambio o refrendo que para las que no?, ¿para las que pueden cambiarse en el siguiente ciclo electoral que para las irreversibles? Bueno…, reconozcamos que irreversible, irreversible, sólo es la muerte… pero, para los más astutos: Hay decisiones que casi todos podemos entender que son de difícil reversión, ¿no?

Por otra parte, ¿la mayoría de qué?, ¿cuál es el «mercado relevante»?, ¿mi familia?, ¿mis amigos?, ¿mi calle?, ¿mi barrio?, ¿mi pueblo?, ¿mi comarca?, ¿mi provincia?, ¿mi región?, ¿mi comunidad lingüística?, ¿mi Comunidad Autónoma?, ¿mi país?, ¿mi Estado?, ¿mi comunidad supranacional?… Demasiados interrogantes. Y casi podemos intuir que existen tantas respuestas a estas preguntas como estrategas en el arte de conseguir «sus» objetivos particulares. Resulta desalentador pensar que la mayor o menor astucia del estratega de turno sea lo que puede terminar condicionando decisiones relevantes que nos afectan a todos.

No sé si es suficiente, pero tal vez podamos empezar preguntándonos precisamente esto: ¿A quién afecta? La respuesta seguro que nos da pistas sobre qué es lo que podemos considerar nuestro particular «Mercado Relevante».

El regulador nacional de los mercados y la competencia en España (CNMC), experto como pocos en la definición de «mercados relevantes» aunque sin la varita mágica para acertar siempre en sus análisis, acaba de descorchar el concepto de «Regulación Geográfica» para intentar adecuar sus medidas regulatorias a las características diferenciales de distintos territorios atendiendo a su nivel de competencia en la Banda Ancha. Bien es cierto que esto no le impide afirmar que el mercado relevante es uno solo y que abarca todo el territorio español… Tengamos en cuenta, no obstante, que no siempre se cuenta con una institución superior para, acertada o equivocadamente, imponer su criterio a las partes. Por otro lado, la regulación intenta objetivar sus decisiones a partir de datos racionales y, volviendo al principio de este artículo, no parece que la Épica, la Ética y la Estética sean fáciles de objetivar para la toma de determinado tipo de decisiones.

Por si esto fuera poco, me vienen a la memoria unas palabras que escuché hace ya también algún tiempo al politólogo Fernando Vallespín reflexionando sobre la incidencia de las nuevas tecnologías digitales en la política y señalaba que, de alguna forma, la existencia de infinitas fuentes de información, y por supuesto también de contenidos, está haciendo que se pierdan las referencias respecto a los hechos relevantes para configurar una opinión. Hoy, el grupo de referencia en el que nos consideramos incluidos es el que nos filtra la información y homogeniza nuestras opiniones, marcando al mismo tiempo las diferencias con respecto al resto de los grupos. Siendo esto así, no parece fácil que impere la racionalidad en la toma de decisiones o, mejor dicho, podrían existir tantas posiciones «racionales» como grupos de referencia existan o graviten en torno a un tema, lo que sin duda dificulta el llegar a cualquier tipo de acuerdo entre ellos.

El paso previo, en cualquier caso, sería asumir la necesidad de contar con el otro y, a falta de líderes, gestores o estrategas con capacidad de visión y de relación para tender puentes, podría ser aconsejable el apoyo de terceros, ajenos a las partes pero respetados por ellas, para encontrar puntos de conexión entre banderas distintas arropadas por valores tan pasionales como la Épica, la Ética y la Estética. Mirando al futuro, parece que debiera emerger como profesión de éxito la figura del «mediador» para ayudarnos a construir un «nosotros» con capacidad para integrar a alguien más que a nosotros mismos, pero esto supone una nueva vuelta de tuerca que exigiría una reflexión complementaria…

 

Apostilla final:

—Pero, bueno… ¿a estas alturas me preguntas de qué estamos hablando?… casi es mejor que me lo digas tú.