La complejidad del mundo crece cada día y el proceso de su digitalización todavía no sabemos si nos lo simplifica o nos lo hace aún más complicado. Mientras, alguno de nuestros más insignes personajes europeos admiten que algo se debe estar haciendo mal: Merkel reconoce que “Europa no es una tierra de futuro para los jóvenes”. al tiempo que la inoperante Europa no llega a despertarse de su letargo y tiene que venir el Reino Unido para poner en evidencia una situación fiscal para las empresas globalizadas que solo cabe calificar de patética.
Internet no para y, haciendo un poco de futurología, afirma Mike Walsh: “Los correos electrónicos y las páginas web tienen los días contados”. Hoy por hoy existen realidades incontestables a las que cuesta ver que haya quien las pueda hacer sombra, pero el futuro pasa por el comercio electrónico e, incluso, las redes sociales pueden ser un buen canal de ventas a explorar por las PyMEs, para lo que sin duda puede ayudar la publicidad inteligente, que está rompiendo los límites del marketing tradicional (aseguran que sin romper ninguno de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como puede ser el de privacidad) aunque, en realidad, lo difícil no es tanto vender como entregar lo vendido, especialmente en algunos paises, como puede ser China. Curiosamente, la entrega no es un problema para los productos digitales, en los que sin embargo los derechos de autor se han convertido en un auténtico campo de batalla.
Los retos de la Economía Colaborativa se concretan en una sociedad de nuevo cuño cuyas reglas están por definir. Mientras en España se lanza una Consulta Pública de la CNMC sobre la Economía Colaborativa, irrumpen con fuerza empresas que alcanzan en breve tiempo unos volúmenes de capitalización impresionantes, como es el caso de Uber, ¿la sexta empresa del IBEX?, que no escapa a la polémica por unas foma de actuar un tanto heterodoxas, por no llamarlas de otra forma, al ver cómo Un ejecutivo de Uber destapa turbios manejos con información de carácter personal
En otro orden de cosas, se suscita el debate sobre la financiación de RTVE: ¿Y si la publicidad no es la solución? , mientras Las telecomunicaciones no tienen quien las defienda y atraviesan momentos de incertidumbre sobre su futuro, especialmente en la multidoméstica Europa.
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