Las nubes se hacen más densas y el invierno acecha. Foto de Fermín Marquina. Villadiego (Burgos) en diciembre 2018.
(Este ártículo ha sido publicado previamente en la Newsletter de Operandi, en diciembre de 2018).
La consolidación o no del mercado español de telecomunicaciones y los posibles cambios tecnológicos en el acceso radio condicionarán el futuro del sector para los operadores y para la industria.
El mercado español parece resistirse a reducir la variedad de su oferta de telecomunicaciones y las fusiones que se han venido produciendo entre operadores han provocado la casi inmediata aparición de un nuevo agente en sustitución del desaparecido: Telecable y R no se pueden considerar como operadores desaparecidos, simplemente Euskaltel ha ampliado su perímetro geográfico, al contrario de lo ocurrido con ONO o Jazztel. Cuando parecía que se consolidaba un mercado de tres operadores convergentes (Orange, Telefónica y Vodafone) a nivel nacional, MásMóvil (que previamente había integrado a Yoigo) ha tomado el relevo como cuarto operador y hasta se habla de que Euskaltel, hoy operador multi-autonómico, podría constituirse en el quinto agente también de ámbito nacional bajo la marca Virgin.
Al margen de los intereses particulares de las corporaciones, la actuación del Gobierno y del Regulador (CNMC), a través de la política del espectro y de las condiciones impuestas a las iniciativas de fusión de operadores, no se puede considerar ajena a esta dinámica.
Queda mucho por ver todavía respecto a la consolidación en las telecomunicaciones españolas pero, a estos efectos, las instituciones no debieran pasar por alto temas como:
1- las crecientes exigencias inversoras (sean éstas impulsadas por la dinámica tecnológica y del mercado o impuestas por la propia administración);
2- el trasvase de valor que sufren en favor de los agentes Over The Top (OTT’s);
y 3- sus dificultades para monetizar las nuevas inversiones y servicios.
Lo cierto es que no está siendo fácil para las telecomunicaciones conseguir una senda de crecimiento en la primera línea de su cuenta de resultados, por lo que la presión para obtener unos retornos adecuados se ha venido trasladando hacia los capítulos de gastos e inversiones.
Uno de los principales retos de los operadores se deriva de la excesiva rigidez de sus estructuras de red que, a pesar de los esfuerzos por su estandarización e interoperatividad, siguen siendo soluciones mono-vendor ligadas al fabricante de turno; por no hablar de las dificultades para compatibilizar las nuevas inversiones con las redes legacy.
Durante los últimos años se ha avanzado en la “softwarización” del núcleo de la red y ahora parece que este proceso se traslada al acceso radio, para lo que han surgido distintos proyectos del tipo OpenRAN (O-RAN Alliance, que integra a operadores como AT&T, China Mobile, Deutsche Telekom, NTT DOCOMO y Orange; Telco Infrastructure Project –TIP-, donde participan Facebook, Telefónica y Vodafone, y en cuyo contexto se trabaja por ejemplo en una solución abierta y low cost de CrowdCell; Open RAN Partner Ecosystem, con Mavenir, NEC y Fujitsu; Open vRAN Alliance, con Cisco…). Estas iniciativas no han superado todavía la fase de proyecto tecnológico pero ya están generando una intensa polémica.
Los debates más vivos se centran en:
1- la conveniencia de contar con soluciones de red sólidas end to end frente a la flexibilidad y ahorro de costes que puede aportar una filosofía de acceso radio multi-vendor, con software de código abierto soportado sobre un hardware genérico;
2- la oportunidad del momento, ¿se prioriza este proceso antes que el despliegue del 5G, o tal vez el Open RAN podría empezar focalizándose en solucionar problemas concretos de alto coste y/o de especial dificultad para la radio tradicional, como puede ser la cobertura rural?;
3- las implicaciones para la industria de las telecomunicaciones, que vería aumentar el hasta ahora reducido número de competidores con la incorporación del mundo IT;
y 4- el riesgo para Europa de pérdida definitiva de su posición en el mercado, previsiblemente por el mayor dominio estadounidense del software, por si no fuese suficiente la presión ejercida ya por los fabricantes chinos sobre las telecomunicaciones actuales.
A la vista de estos interrogantes, no cabe ninguna duda de que las decisiones que se tomen sobre este tema a corto y medio plazo van a condicionar todo el futuro del sector, tanto para los operadores como para la industria.
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