¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?
¿Qué miran los poetas andaluces de ahora?
¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?
Poema de Rafael Alberti, cantado por Agua Viva en la España de 1969.
El alma de un pueblo siempre ha estado en sus poetas. En sus poetas y, en general, en sus escritores, sus artistas…, ellos siempre han sido quienes mejor han sabido captar ese espíritu del pueblo, de cualquier pueblo, a lo largo del tiempo; porque son las preguntas que surgen desde la libertad del pensamiento las que definen a ese pueblo, no tanto las supuestas certezas que se venden desde el poder y sus aledaños, y mucho menos sus hazañas bélicas. Por eso, los militantes convencidos y los necesitados de la «verdad única y absoluta» siempre han tenido problemas con los poetas.
Los alemanes tienen la palabra “zeitgeist” que viene desde la filosofía, otro ámbito de peligrosos habituales, que significa “el espíritu del tiempo”. Es una forma de reflejar el alma y las inquietudes de un pueblo en un momento histórico determinado. Inquietudes… ¡qué lejos están las inquietudes de la palabra certeza! Las inquietudes por supuesto beben del pasado, pero nunca se quedan en él, por eso no es tan importante lo que fuimos sino lo que queremos ser. Los financieros utilizan con frecuencia una frase: “los éxitos del pasado no garantizan éxitos futuros”… las glorias del pasado, tampoco.
Sí, es cierto que también es importante la “gestión del cambio”. Como en la fábula de la liebre y la tortuga, no siempre por correr más se llega antes, ni más lejos. Hay que intentar no dejar a nadie atrás porque los descolgados de la historia son el caldo de cultivo de quienes pretenden frenarla. En este sentido, los más conservadores cuentan con un arma poderosa: el miedo a la incertidumbre y a las situaciones complicadas derivadas de cualquier proceso de cambio.
Otros van más allá e intentan recuperar el estatus de gloria que tuvieron o creyeron tener en algún momento de su pasado: llevamos más de dos meses sufriendo las consecuencias de una invasión sobre Ucrania con la que Putin se ha propuesto volver a reconstruir para Rusia el imperio que hace más de un siglo creyó ser. Esta es la razón de que exista una cierta afinidad entre los más conservadores de cualquier país y Putin: en definitiva, ven en él a la figura que les gustaría ser o que les gustaría emergiese en sus territorios para conservar lo que son o recuperar lo que algún día fueron.
Mientras, la prensa -occidental por supuesto- recoge estos días la huida de Rusia de miles de jóvenes, que debieran ser el futuro del país pero que no quieren participar en este despropósito de la guerra contra Ucrania. También huyen de allí muchos escritores y artistas rusos, que tras mostrar su desacuerdo con Putin temen ser tratados como han sido tratados antes muchos otros: obstracismo, deportación a Siberia, envenenamiento, muerte…
Lo que está sucediendo no es ninguna novedad: los nazis quemaron miles de libros en aquel Berlín de 1933 y, un tiempo después, fueron ellos también los que definieron al arte moderno como “degenerado”. En España, tras el golpe de estado de 1936 provocado por las fuerzas más reaccionarias de la sociedad, cientos de escritores e intelectuales tuvieron que huir y algunos cayeron asesinados…
En Rusia hoy, como pasó en Alemania y en España en su día, es el “zeitgeist” el que está en peligro, el propio alma del pueblo ruso que Putin dice defender.
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